Después del Metropolitano, el Parque Cerrillos es el segundo más grande de la red de áreas verdes dependientes del Ministerio de Vivienda. Un espacio emplazado en el ex aeródromo de esa comuna, con una arquitectura que demoró años en ver la luz. Ahora, el gran desafío es invitar a las familias a apropiarse de sus senderos, y para lograrlo, Parquemet ha realizado una serie de intervenciones curadas, producidas y dirigidas por Lira Arte Público. El viento, ese factor del clima que antaño marcaba el destino de partidas y aterrizajes en estas tierras, hoy es el punto de encuentro de las cuatro pinturas de piso desplegadas en el parque.

Desde lo abstracto, la invitación de Esteban Barrera, curador de Lira Arte Público, fue a que cada uno de los y las artistas convocados tuviera la libertad de proponer una obra que invitara a reflexionar cómo el viento impacta en la superficie, en la vegetación y en la vida. Una conexión entre arte y naturaleza, entre quietud y movimiento, entre estática y dinámica, que además cumple con una importante misión: captar la atención de las y los usuarios del parque en torno a la expresión artística, una de las principales misiones del arte en los espacios públicos. 

En la intervención, que contempla un total de 1.900 metros cuadrados de pinturas de piso, está Eclipse, obra de la artista urbana SNKE que toma como inspiración el movimiento y la ondulación del agua que se forma a partir de las corrientes de aire, a través de figuras geométricas cuya delimitación de colores fríos simbolizan los puntos cardinales. Céfiro Color, de Soter, es un estructurado camino conformado por trazos rectos y figuras delimitadas por una paleta de colores flúor, donde ni un milímetro parece haber quedado demarcado al azar: “El viento es como el arte: uno tiene un patrón, pero siempre se puede cambiar; a mí me gusta fluir, expresar cómo me siento en el momento. Eso es el viento: decidir cómo y hacia dónde ir”, dice. Ventifactos, de Matu, se basa en la transformación progresiva de las piedras y otras superficies que sufren el paso constante del viento, fenómeno que plasmó en una serie de figuras geométricas que parecen perder su forma, superponiéndose unas sobre otras alterando su estructura formal. Por último, Flujo del aire, de Conilars, presenta un diseño abstracto que describe todas las manifestaciones del viento, su recorrido en diferentes direcciones y cómo puede afectar la luz/oscuridad, la temperatura y el paisaje. “Al aplicar color, automáticamente se activa un lugar que pasa desapercibido, que es gris o que está abandonado, y así la gente lo empieza a usar: se genera comunidad”, reflexiona.